HOMENAJE A GALERIA VAN RIEL
DE LA SALA V A LA SALA 10 | 80 AÑOS DE TRAYECTORIA
BADII - BATLLE PLANAS - BUTLER - CASTAGNA - CORUJEIRA - DEL PRETE
GAMBARTES - HLITO - KEMBLE - KIRIN - NOE - PAPARELLA
11a muestra

Impecable perseverancia
La Galería van Riel es, sin lugar a dudas, un modelo de impecable perseverancia. Es también la historia de una familia, que durante tres generaciones se ha dedicado a llevar adelante el sueño de Frans van Riel, su fundador, quien en 1924 decidió abrir sobre la calle Florida un espacio dedicado al arte y a los artistas.
En sus 80 años de trayectoria, la galería van Riel, ha sido testigo de procesos fundamentales del arte argentino. La exhibición que se presenta en arteBAsala10, recorre los últimos 50 años de la galería, reviviendo la emblemática sala V. Este recorrido permite entrever cambios y movimientos que surgieron en el panorama artístico local, a partir de obras de los artistas: Butler, Batlle Planas, del Prete, Gambartes, Paparella, Hlito, Noé, Castagna, Kirin, Corujeira, Badii, Kemble.
arteBA Fundación se suma a esta celebración, dedicando la 11† muestra de arteBAsala10 en homenaje a los 80 años de la Galería van Riel.
arteBA Fundación


Homenaje a Galería van Riel
Esta exposición recorre hitos significativos en la trayectoria de la galería van Riel tomando los últimos cincuenta años en los que sus salas -recordando la V como la más emblemática- fueron dirigidas por el Frans van Riel que todos conocemos y en el que se proyecta el otro mítico Frans van Riel, su padre, fundador de la galería, en 1924. Las obras seleccionadas no conforman un relato integrado en su articulación recíproca; antes bien, evidencian los síntomas que los cambios de movimientos, tendencias y oscilaciones entre continuidades y rupturas se expresaron -y expresan- en el arte argentino.

Los años germinales
Frans van Riel padre llegó a nuestro país en 1910. Los fastos del Centenario, entonces, eran pura explosión de optimismo. Intelectuales europeos no se cansaron de advertirlo. Vicente Blasco Ibáñez, por ejemplo, en Argentina y sus grandezas. Frans van Riel se disponía, en 1913, a instalar su local de fotografía artística en la calle Viamonte, entre Maipú y Florida; en 1918 inició la publicación de la revista Augusta con Manuel Rojas Silveyra, crítico de La Prensa, y cinco años después, se decidió a abrir la más imponente de las galerías de arte de Buenos Aires, en la calle Florida 659, en un edificio construido por los arquitectos Gallardo y Cuomo, donde comenzó la historia de la galería que ahora homenajeamos. En 1927 empezó a funcionar allí la Asociación Amigos del Arte; después siguieron “Ver y Estimar”, el Instituto de Arte Moderno, el primer teatro independiente y una seguidilla de actividades artísticas y culturales.

En y por el arte
En y por el Arte. Esta es la causa primera y el objetivo último de una herencia recibida y honrada. Por el Arte es un enunciado simple que se fortalece cuando se abraza sin claudicaciones, cuando se asume entregándole la vida.
La natural humildad de Frans van Riel siempre dejó importantes lugares para el crecimiento de los grandes artistas. Así, evitando hacerse notar (eso lo inoportuna enormemente pero multiplica también su singular universo), avanzó certeramente acompañando significativos procesos del arte argentino. La campaña la hizo en varios frentes; así, exposiciones colectivas e individuales, cenáculos, publicaciones de arte se suceden vertiginosamente en una labor de promoción, difusión, divulgación y mercado de arte. De esta manera, da la exacta dimensión del rol del galerista, saber estar con los artistas, con la crítica, con el coleccionismo, con el público y con el debate teórico en una coordenada convergente con el desarrollo del arte. Esa dinamización constante, ese estar en el núcleo de los acontecimientos, bien despierto a todo cuanto acontece, generó la confianza que el medio artístico depositó en él y sustentó su permanencia en el tiempo, desafiando incluso la traumática clausura de las emblemáticas salas de la calle Florida, en 1979.
Poco tiempo después se dispuso a reasumir lo que siempre fue, un galerista constante, apasionado. Por eso lo encontramos reabriendo las puertas de su galería en el espacio que ahora ocupa en Talcahuano 1257, empezando así una nueva aventura con el apoyo incondicional de Kicsi, su mujer. En un momento en que esa obstinada persistencia por el galerismo “a riesgo propio”, como lo llamó Elba Pérez, ya era pura quijotada porque lo más probable en esa actividad, en su caso menos mercantil que filantrópica, era arruinarse antes que hacerse rico. Con van Riel sucede lo que Giulio Carlo Argan advirtió a propósito de Ambroise Vollard, el patriarca de los marchands parisinos, “el mercado influye en la crítica mucho más que la crítica en el mercado”, situación que aparece sólo cuando el ojo del galerista sabe advertir el potencial del artista. Anotemos también que en sus salas se realizan hoy las reuniones de la Asociación de Críticos de Arte.

La labor de un visionario
¿Cómo discurrieron los años de esta vida entregada al arte? Algunos hitos nos esclarecen la pregunta.
En una muestra retrospectiva de Horacio Butler del año ’68 van Riel mostró obras que el artista había traído de Francia en el año ’33 y que ya se habían visto en las salas de Amigos del Arte de ese mismo año; así, dejó bien en claro la influencia de ese “retorno al orden” claramente expresado por los artistas de París.
Los comienzos de los ’50 lo encuentran atento a las experiencias de los concretos. Es entonces cuando convoca a Alfredo Hlito para una individual en la sala V, coincidentemente con la creación, en 1952, del “Grupo de Artistas Modernos de la Argentina”; Hlito trabaja entonces, según afirma Nelly Perrazo, en “‘el tema’ sobre amplias superficies monocromáticas, que dan vuelo a las formas que se abren hacia el espacio”.
La vanguardia de los ‘50 se hace presente en la obra de Keneth Kemble y la impronta gestual de sus telas. Pero no es esta tendencia informalista la única que van Riel advierte como posibilidad de un arte de fuerte connotación local y, al mismo tiempo, inscripta en el marco de una experimentación renovadora. La atención que dispensa a la obra de Leónidas Gambartes -y tras él al Grupo Litoral-, entre el ’58 y el ’68, pone de manifiesto un objetivo puesto también en aquellos artistas volcados al imaginario mítico-simbólico de raíz esencialmente americana, como respuesta alternativa al predominio del paradigma eurocéntrico. La galería se abre así a una periferia que deviene rotunda centralidad.
De Juan Del Prete posiblemente lo sedujo ese “sentido supremamente libre para entrar y salir siempre de las distintas ‘casas’ del arte cuando y como ha querido” que bien advirtió Damián Bayón. Entre 1951 y 1969 las salas de la galería estuvieron abiertas a los debates internos que la propia obra de Del Prete expresaba. No es un dato menor que en la retrospectiva del ‘69 estuvieran presentes aquellas abstracciones de los años ’30 expuestas en las mismas salas de Amigos del Arte que funcionaban en van Riel de Florida. El envío de 45 obras abstractas de Del Prete, como invitado especial, a la Bienal de Venecia confirmó el “ojo certero” del galerista.
Aldo Paparella marcó verdaderos hitos con sus provocativas esculturas, sus “monumentos inútiles”, sus metales desgarrados, o sus “artefactos”, bajo la mirada luminosa de Julio Llinás, unas veces, o la de Aldo Pellegrini, otras; en van Riel se exhibieron esas formas que socavan toda mirada complaciente porque no son un pasatiempo formal (Llinás), sino que nos comprometen en las zonas inquietantes del universo subconsciente. Ya anteriormente la galería había brindado sus espacios para el desarrollo de las poéticas surrealistas, particularmente representadas por las muestras de Juan Batlle Planas; el poder metafórico de sus imágenes posibilitó al público de Buenos Aires, ya desde el año ’52, el acceso a una tendencia artística que, anclada en el marco de las “vanguardias históricas” de principios del siglo XX, continuó desarrollándose en una persistencia heroica hasta nuestros días.
En 1965 Frans van Riel publicó la Antiestética de Noé. En su ya famoso “Prólogo a la reincidencia” el artista expresaba: “un ‘marchand’ de cuadros, sin pretender pasar a la actividad editorial me ofreció por “amor al arte” la publicación de este libro”. En el espacio de sus salas Noé inició los pasos de una fecunda trayectoria. Era el año 1960 y Noé escribía en el prólogo de esa exposición “Tiro la pintura; se forma de inmediato sobre la tela virgen el hecho pictórico; se crea un mundo pleno de sugerencias que obra en mí como una mancha de pared sobre la sensibilidad de un niño”. En estas palabras germinaba una de las tendencias más significativas de nuestro contexto artístico.
Con la obra de Libero Badii la galería promovió la poética de lo siniestro vinculada a una perspectiva de índole mágico-ritual, al tiempo que adhirió también a la alianza fructífera entre artes plásticas y literatura, tal como se manifestó en las exposiciones “Antonio Porchia visto por Libero Badii”, del ’65 y “Macedonio Fernández visto por Libero Badii”, del ’66, testimonios ambas de una interesante labor gráfica.
Ya más próximos a nuestros días, advertimos que desde que Blas Castagna iniciara el camino de una abstracción de cuño constructivista y -a partir de allí su exploración en soportes y materiales de inusitada significación-, nuestro galerista promovió su obra en forma sistemática como uno de sus artistas más significativos. En este contexto cabe entender la muestra homenaje que realizara en el transcurso de este año. Con Corujeira, otro de sus artistas, vuelve a reafirmarse esta importante tradición del constructivismo geométrico tan presente en Argentina y Uruguay; también aquí fue certera la elección de van Riel, confirmada plenamente con la inclusión de su obra en la exposición “La escuela del Sur”, del Centro Reina Sofía de Madrid en 1991, anticipada por tres exposiciones en la galería de Talcahuano.
Los universos caligráficos, las enigmáticas estructuras de madera, los micro y macrocosmos que se nos antojan tan a caballo entre lo medieval y lo renacentista de Kirín, han inundado las salas de van Riel de un hermetismo fascinante abierto a infinitas posibilidades combinatorias; siempre hay un mundo oculto y cifrado en sus obras, de la misma manera en que seguramente detrás de esa aparente fragilidad de Frans van Riel subyace -también oculta- la fortaleza de un gigante que supo estar allí cuando los artistas lo reclamaban.

Con todo lo que falta por hacer en la Argentina en materia de arte, el nombre de Frans van Riel volverá una y mil veces a nosotros. Cuando se emprenda la tarea de sistematizar el funcionamiento y sentido del galerismo local, la galería que ahora homenajeamos estará en el haber de muchos. Si, como dice Cesare Pavese, tuvo razón Circe al explicar a Ulises que el hombre sólo tiene de inmortal la fama, entonces aventuremos también que Frans van Riel, igual que el héroe homérico, ya es inmortal entre nosotros porque su heroica gesta por el arte hace tiempo que ya es memoria en nuestra historia.

Malena Babino

Buenos Aires, agosto de 2004
 


Líbero Badii


Juan Batlle Planas


Alejandro Corujeira


Juan Del Prete


Leónidas Gambartes


Alfredo Hlito


Kenneth Kemble


Kirin


Luis Felipe Noé


Aldo Paparella