DELTA
VIDEO INSTALACION
Silvia Rivas - Carlos Trilnick

10a muestra

Nuevos lenguajes
En la 11a feria arteBA2002 presentamos en colaboración con la Generalitat Valenciana el proyecto Una visión de lo humano, elaborado por los artistas Silvia Rivas, Carlos Trilnick y Ar Detroy - Charly Nijensohn. De este modo arteBA inició su propuesta de acercar al público nuevos lenguajes del arte contemporáneo, que por su compleja y particular producción no se presentan habitualmente en salas de exhibición.

En esta ocasión arteBA refuerza su vocación por lo contemporáneo presentando en la Sala 10 la video instalación Delta, de los artistas Silvia Rivas y Carlos Trilnick, que en esta nueva oportunidad invitan al público del Centro Cultural Recoleta a recorrer un espacio imaginario y sumergirse en una particular atmósfera.

Comisión Sala 10


El paisaje como metáfora
La video instalación de Silvia Rivas y Carlos Trilnick surge de la necesidad de ahondar en los orígenes de una tierra austera y desprotegida que ha marcado y formado el carácter de sus habitantes y que ha sido, a su vez, marcada y deformada por vaivenes atmosféricos y políticos.

Este territorio del Delta del Río de la Plata es un símbolo del destino de una comunidad que surge de los primeros adelantados, quienes incursionaron envalentonados por una ambición desmedida a las posibilidades del territorio invadido, obviando las leyes básicas de una posible convivencia productiva.

Las generaciones siguientes fueron modificando el sentido de este Delta cruzándose los designios y las referencias: el placer y la pobreza, la carencia material con la vegetación generosa, el agua como lugar de encuentro y el agua como agente desolador.

Rivas y Trilnick captan visualmente un entorno determinado, una atmósfera, el paisaje extendido más allá del límite de la visión del espectador. Un lugar geográfico en el que las expectativas de los viajeros y de los lugareños se diluyeron sin llegar a concretarse. El espacio en el que las ilusiones se distraen y abstraen de los objetivos originales hasta convertirse en frustraciones. A su vez, los sonidos que escuchamos nos distraen y abstraen de la naturaleza introduciendo una sensación de malestar. Un sonido pesado de pasos que arrastran su desventura nos recuerdan las penas de los sucesivos habitantes del territorio y el espíritu mismo de este territorio. El espíritu de una tierra que desarticuló las mejores intenciones de sus habitantes, y el espíritu de los habitantes que la despojaron sin llegar a fertilizarla.

Los autores han elegido y trabajado este paisaje como la metáfora de una sociedad que no se reconoce responsable del curso de la historia ni de su porvenir
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Alina Tortosa
Buenos Aires, Junio 2004


Delta

Delta surge como la identificación de un lugar. El simple trazado de un triángulo en una hoja de papel demarca el territorio plano que es escenario y reflejo velado pero tenaz, de nuestro discurso.

Sobre este paisaje difuso es la atmósfera la que se carga de marcas de carácter, marcas éstas que al rato se disuelven en su medio etéreo. Los acontecimientos resbalan como el viento sobre la chatura donde la débil resistencia de los juncos no le ofrece materia para tallar monumento alguno.

Estuvimos buscando durante algún tiempo, casi empecinados, una definición, las palabras acertadas para explicar una afinidad evidente en nuestro trabajo. Como un estado de ánimo, lo obvio para la percepción, se hace vago a la hora de decirlo. Divagando y anotando cositas en hojas sueltas, nos vino a la memoria aquel “tratado imaginario” de Juan José Saer, El Río sin orillas. Resultó ser el ancla necesaria. Clavamos estacas y marcamos este terreno que, nos atraviesa como un estado de ánimo.

S.R. y C.T.